EL ACCESO A ESPACIOS VERDES NOS PROTEGE CONTRA ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES

EL ACCESO A ESPACIOS VERDES NOS PROTEGE CONTRA ENFERMEDADES CARDIOVASCULARES

Tras el periodo estival en el que hemos podido disfrutar de sol, playa y montaña, pese a las limitaciones que aún tenemos causadas por la larga pandemia del COVID 19 que aún se prolonga, llega el momento de regresar a nuestras ciudades, a veces llenas de humos y polución; nuestras rutinas diarias nos absorben hasta tal punto que casi nos olvidamos de respirar.

Tenemos todavía en nuestra memoria, en nuestros recuerdos, las vivencias disfrutadas en el verano y nos olvidamos de todo lo bueno que tenemos en nuestro entorno más cercano.

Un equipo de investigadores con participación en el Instituto de Ciencias y Tecnología Ambientales (ICTA-UAB) ha realizado un estudio que demuestra que las ciudades que cuenta con una buena cobertura de árboles y donde las personas que viven en ellas son conscientes de su accesibilidad a parques o espacios al aire libre pueden mejorar la obesidad, la presión arterial alta e, incluso, la diabetes.

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Aunque son cada vez más los estudios que asocian los espacios verdes de una ciudad con una mejora de la salud cardiovascular, en esta investigación se amplía este conocimiento y se distingue entre el tipo de vegetación, el acceso percibido a los espacios verdes o entre los barrios de una misma ciudad.

Los resultados muestran que la relación entre espacios verdes y salud cardiovascular pueden variar según las diferencias socio demográficas de los barrios. La percepción de tener acceso a espacios verdes afecta principalmente a aquellos barrios con mayor índice de pobreza. En cambio, en aquellas zonas con mejor situación económica, será la cantidad de árboles el indicador que favorecerá la relación. Son estudios difíciles y complejos, pero que pueden servir para orientar la toma de decisiones en materia urbana. Las estrategias para seguir y hacer ciudades más verdes serán aquellas que no solo aumenten la cantidad de verde, sino las que potencien espacios verdes más accesibles, más inclusivos y más seguros para todos.

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Ahora, en las puertas del otoño, cuando los días son más cortos deberíamos aprovechar esas horas de luz solar para disfrutar de nuestro entorno más cercano.

No importa si vivimos en una ciudad grande, en la que la mayoría de las personas no nos conocemos, o en un pueblo en el que saludamos a todos y cada uno de sus habitantes porque formamos una gran familia. Estoy segura de que al lado de casa tenemos algún parque, o alguna plazuela en el que el esplendor de los árboles nos regala, además de su sombra, una fuente de salud inagotable que hará que nuestra vida sea más placentera y, sobre todo, más saludable.

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