Los ochenta con The Cure y Duran Duran

Buenos días, ¿cómo estáis? Soy vuestro amistoso vecino Enric deSombra.

Estas últimas semanas hemos tenido dos noticias en el mundo del Pop-Rock que me parecen importantes y, quizás, relacionadas de diversas formas: el (majestuoso) retorno a los escenarios de la ya clásica banda británica The Cure, y la (tan esperada) inclusión de los también británicos y celebérrimos Duran Duran en el Rock & Roll Hall of Fame, el gran museo/fundación dedicados a esta música y ubicado en Cleveland, Ohio.

Como decía, podríamos vincular de diversas maneras a estas dos bandas: tanto los Cure como Duran Duran surgieron en Inglaterra en la década de los 80, al amparo de las corrientes musicales del momento (la New Wave, los New Romantics, el After Punk…); y ambas han perdurado hasta hoy, con millones de fans en todo el mundo cuyas edades ya abarcan varias generaciones.

Aunque otro de esos posibles vínculos sería en sentido inverso, pues lo cierto es que The Cure y Duran Duran representaban extremos opuestos en la estética e imaginario de la época: los Duran eran la luz y los Cure la oscuridad; los Duran el exotismo y el baile, y los Cure el misterio y el angst adolescente.

De hecho, el cantante y cabeza más visible de los Cure, Robert Smith, en una entrevista con la revista The Guardian en 2019, comentó que en los 80 odiaba a Duran Duran porque, según él, “representaban todo lo que odiábamos: toda la glamurosa década de los 80, la mierda del consumidor, ese espectáculo de horror al que nos enfrentamos”. Incluso añadió que en el fondo se sentía mal porque los miembros de Duran Duran eran fans de The Cure y a menudo acudían a los shows de estos, pero que no podía evitarlo.

Bueno, bueno; hoy resulta harto discutible que los Duran representen el consumismo más que los Cure (o que cualquier otra banda).

Señor Robert Smith, que tenemos hasta muñequitos de Lego con tu imagen…, no digas más tontunas, hombre. De todos modos, esta dualidad entre hedonismo desaforado y depresión crónica, que tanto se dio en la década de los 80 (¿y en la de los 20? …), sería objeto de otro artículo que no es este. Lo que a mí me gustaría decir es que, echando mano del concepto de las sincronicidades de Jung (algún día también hablaremos de eso), llama la atención que dos de las bandas más icónicas de los 80 que todavía perduran, y que además encarnan polos opuestos del espíritu de aquella era, vuelvan a saltar a la primera plana de la actualidad musical prácticamente al mismo tiempo, con apenas unos días de diferencia. Lo que signifique esto no lo sé, yo soy un humilde mensajero.

Las sincronicidades nunca tienen un significado exacto, cada uno debe interpretarlas a su manera. Pasando a comentar las dos noticias, el retorno de los Cure a los escenarios ha llenado las redes sociales de vídeos en directo publicados por sus impresionados fans, dando fe de las impecables actuaciones de la banda. No creo que nadie esperase que Robert Smith y los suyos fueran a dar una mala actuación, pero de algún modo nunca deja de ser sorprendente comprobar una y otra vez la buena forma que siguen manteniendo después de tanto tiempo. Buena forma musical se entiende, ya que no física; especialmente a Robert Smith se le ve bastante estropeado… Por supuesto, nadie se lo reprocha (parece obvio que a él no le importa demasiado), porque mientras pueda seguir compartiendo su arte tan increíblemente bien, nadie espera verle tratando de conservarse obsesivamente joven y saludable como tantos otros artistas de su edad, e incluso mucho más mayores.

Smith es probablemente la clase de genio creador absoluto para quien su arte está por encima de cualquier otra cosa, y no va a perder el tiempo con banalidades como hacer ejercicio y cuidar la dieta. Y ahora podríamos reflexionar sobre si merece o no la pena dedicar tanto tiempo y esfuerzo al arte (quien dice arte dice cualquier actividad que te apasione), a costa de tu salud y posiblemente de tu vida social y familiar; pero eso también sería objeto de otro artículo que no es este. A mí me gustaría decir que me parece maravilloso que, en una industria tan dependiente de la imagen como el show business, y más aún, en un mundo donde ya todo hijo de vecino se esfuerza por lucir como una estrella del Pop en Instagram, todavía alguien sea capaz de (hablando en plata) pasarse por el forro los imperativos de la belleza que nos acosan todos los días desde todas las plataformas, y que encima se salga con la suya, pues sus miles de seguidores no pueden adorarle más por muy estropeado que le vean.

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Fotografía de internet

Todo un ejemplo (también en esto) de carácter y honestidad, para bien y para mal. Y con respecto a la inclusión de Duran Duran en el Rock & Roll Hall of Fame, éste ha sido un evento muy esperado por legiones de fans de todas las edades, que llevaban varios años exhibiendo una gran actividad en las redes para impulsar la candidatura del grupo. Los Duran, como se ha visto, arrastraron durante mucho tiempo el sambenito de ser una banda intrascendente, frívola, etc.; y aunque tampoco a ellos les preocupaba demasiado (Simon le Bon y compañía siempre entendieron cuál era su lugar en la industria y nunca se avergonzaron de ello), no deja de ser un momento emocionante para quienes les han seguido durante toda una vida, como (ya os habréis dado cuenta) un servidor que os escribe.

Al igual que los Cure, pero desde el polo opuesto, han resistido las idas y venidas de las diversas modas y tendencias musicales que se han ido sucediendo desde los 80, y su reciente álbum “Invisible” les confirma en una excelente forma creativa. Lamentablemente, algo ensombreció mucho, y lógicamente dejó en segundo plano, el referido evento en el Rock & Roll Hall of Fame: la noticia de que Andy Taylor, el guitarrista original de Duran Duran (actualmente no sigue con ellos), no pudo asistir a la ceremonia debido a su estado de salud, que es muy delicado desde que hace unos años le fuera diagnosticado un cáncer de próstata en grado cuatro, lo cual significa que no tiene cura.

Esto no se había hecho público hasta ese momento (sus excompañeros de banda lo supieron tan solo unos días antes), e inmediatamente las redes se llenaron de comentarios desolados y palabras de apoyo al guitarrista. Justo la semana anterior, Taylor había publicado un nuevo tema como single de adelanto del que será su próximo álbum en solitario, y por cierto el tema es fantástico y lleno de garra… Nadie podía haber imaginado que se encontraba tan mal.

Después de esto no sé cómo terminar este artículo de alguna forma positiva; a lo mejor no hace falta. Agradezcamos todo lo bueno que encontremos en la vida y seamos generosos con el prójimo cuando nos sea posible.

Muchas gracias por leerme si habéis llegado hasta aquí; como siempre os invito a visitar mi web y a seguirme en Spotify, Facebook o Instagram.

Un saludo, Enric deSombra

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