Querido otoño,

Bienvenido.

No sabes cuánto me alegra que estés aquí de nuevo. Debes de llegar cansado… sé que vienes de muy lejos… descansa viejo amigo, siéntate a mi lado y cuéntame cómo va todo por el otro hemisferio… cómo están nuestros vecinos.

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Tan lejos y tan cerca ¿verdad? Todos compartiendo un planeta dentro de este inmenso universo, colosal, infinito. Y a veces, querido otoño, no sabes lo que nos cuesta ponernos de acuerdo en cualquier cosa… ya no te digo en amar y proteger la tierra.

No nos damos cuenta de que es ella quien nos sustenta, nos cuida y nos nutre. Supongo que es difícil recordarlo con la vorágine del día a día y por eso la olvidamos. Suerte que ella, amor puro la mires por donde la mires, es sabia y sabe ver nuestra bondad a pesar de las acciones. Suerte que ella sabe esperar pacientemente el despertar de nuestra conciencia… pobre de nosotros cuando se canse y sea ella quien nos abandone…

Ayyy, pero te estoy entristeciendo querido otoño y tú ya eres muy melancólico. Hablemos de lo que me traes, sé que en tu inmensa timidez te gusta alardear ligeramente de lo que solo tú puedes regalarnos…

Veamos ¿has traído las castañas y las calabazas? Dime que sí por favor, sabes que son dos antojos que espero todo el año con impaciencia… No veo el momento de asar las castañas en la sartén y sentarnos todos juntos a quitarles la piel mientras me arden los dedos por la impaciencia y fuera oigo la lluvia caer con fuerza. ¿Y los boniatos? ¡Cómo adoro las recetas con boniatos!

Este año te tengo preparada una con champiñones y piñones… .mmmmmm…. Te va a encantar.

Sí, lo sé, no solo traes comida, pero ya me conoces…me deshago ante algunos placeres… pero no, no me olvido de otro de tus regalos que sabes que ansío desde que te vas en la oscuridad de diciembre… tus ATARDECERES. No te pongas colorado querido otoño, que te ruborizas muy pronto… Sabes que no hay atardeceres como los tuyos. Que la paleta de tus cielos son de unos tonos que… ni sé describir… no puedo dejar de maravillarme con ellos mientras regreso del trabajo… es la recompensa por el largo día y la celebración de que ya vuelvo a casa.

¿Y qué me dices del olor a hoguera ardiendo en los campos lejanos donde se preparan ya para la nueva siembra?

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Ese olor tan tuyo y que me recuerda que el ciclo vuelve a empezar… ¿Y tus lluvias? Tan purificantes y necesarias (¡para todos!), y tu viento, que adorna las calles con todos esos tonos marrones, ocres y granates…

¿No te encanta pisar las hojas y oír el “creck” “creck”?…

¡Ay no querido mío! ¡Que no tienes pies!

Te quiero tanto otoño que a veces creo que me confundo… y es que, ya sabes que aunque disfruto de todo el año, me paso los meses contando los días para volver a verte, como si de alguien muy especial te trataras. Pero es que para mí lo eres. Eres la época que más me gusta. Eres la estación que más me mima. Eres mi momento. Y no sabes las ganas que tenía de tenerte otra vez por aquí.

Bienvenido otoño. No sabes cuánto te he echado de menos.

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