RELATOS SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE

RELATOS SOBRE LA VIDA Y LA MUERTE

La intensidad del mar, no vemos el fin y nos da miedo el más allá. Sabemos que es finito, que encontraremos algo, y aun así tenemos miedo. Tenemos miedo, existiendo evidencias empíricas de su porqué, pero no podemos ni controlarlo ni manipularlo, es puro y libre. ¿Cómo no debe darnos miedo la vida pura y libre, que nos llega cuando el universo decide y nos marcha al revés? ¿Cómo no debe darnos miedo la muerte, sin control ni empírico ni científico? El miedo nos mantiene alerta, conectados a la superación constante, a la angustia de no saberlo hacer mejor, y necesitamos para ir cogiendo aliento y seguir caminando.

Queremos seguir escribiendo nuestra historia de vida cuando se rompe el sentido para hacerlo. Escríbala, pero tendrá que ser otra, ni mejor ni peor, diferente y el sentido de ésta, deberemos decorarla de los recuerdos del pase para poder seguir y disfrutar.

La vida nos intenta describir a cada paso qué somos, quién, de dónde venimos, dónde vamos. Es necesario escucharla muy de cerca y siempre, desde el corazón, para encontrar las respuestas.Muchas veces necesitamos ayuda de otras, y cómo sana dejarte acompañar.En la vida como en la muerte, caemos y nos levantamos.Agradecer siempre a los que me ayudan cada día a coger revuelo y seguir, seguir por amar y amarme, acompañarme y acompañarme, dar y recibir, perdonar y perdonarme.Siempre a su lado en todo y por todo.

¿Hija porque me lloras si sabes que la muerte es así?

Sabías que mi cuerpo desaparecería, que nunca me verías andar como las cabras en estos bosques tan nuestros.

¿Hija porque me lloras si sabías que la muerte es así?

Las setas cosechadas con tanto entusiasmo, ahora tendrán que ir a buscarlos. Ya sabes cómo hacerlo, siempre me gustaba contártelo, mi legado bien guardado.

¿Hija mía porque me lloras si sabías que la muerte es así?

Ah, ya lo sé, porque me quieres, me querías y me querrás siempre. Pues recuerda, que el amor brote de ti con tanta intensidad que parezca una salida de sol, y cuando se ponga, que sea para despedirme como yo lo hacía cada noche, con un «buenas noches reina», te quiero y quiero que seas feliz.

El corazón se rompe, cae a trozos, queremos recomponerlo y montarlo como si de un rompecabezas se tratara, pieza a pieza, con el objetivo de que quede igual.

El corazón, y siguiendo la técnica japonesa «kintsugi», nunca más vuelve a ser el mismo, sólo nos queda recubrirlo de mucho amor para que sea bello y fuerte, preparado para volver a dar, recibir y para que, volver a romperse .