PERDONARME PARA PERDONARTE

PERDONARME PARA PERDONARTE

PEDIR PERDÓN

Pedir perdón no es lo mismo que disculparse, porque disculparse es excusar los motivos por los cuales uno ejecutó una acción con el objeto de que la persona afectada por ella pueda comprenderla.

Pedir perdón es asumir la totalidad de nuestra falta, con toda ella, y sentir todo el mal que produjo, decir que, aunque no puedas del todo repararla, te produjo dolor la acción, lo sientes, estás arrepentido, y quieres de vuelta procurar lo bueno…

C.S.Lewis

Ese otro que también me habita, acaso propietario,

invasor quizás o exiliado en este cuerpo

ajeno o de ambos,

ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,

ese otro que está solo siempre que estoy solo, ave o demonio,

esa sombra de piedra que ha crecido en mí adentro y en mí afuera,

eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,

el dueño de mi embrollo, el pesimista y el melancólico y el

inmotivadamente alegre,

ese otro, también te ama.

Podría perfectamente suprimirte de mi vida,

no contestar tus llamadas, no abrirte la puerta de la casa,

no pensarte, no desearte,

no buscarte en ningún lugar común y no volver a verte,

circular por calles por donde sé que no pasas,

eliminar de mi memoria cada instante que hemos compartido,

cada recuerdo de tu recuerdo,

olvidar tu cara hasta ser capaz de no reconocerte,

responder con evasivas cuando me pregunten por ti

y hacer como si no hubieras existido nunca.

Pero te amo

Darío Jaramillo Agudelo

En Argentina es tiempo de verano y vacaciones de “viajar” livianos.

Eso implica estar en lugares veraniegos de descanso con vínculos afectivos y pasar largo tiempo con ellos. Especialmente con la pareja de tenerla.

Inevitablemente, pese al relax reinante es normal que surjan conflictos por oposición a decisiones, por ganas de hacer otra cosa, por fricciones propias del desacelerar que se produce, por imposibilidad de disfrutar y disfrutarnos.

Es por eso qué, se me ocurrió oportuno hablar del perdón y comenzar la reflexión con estos dos textos que me gustan mucho.

El perdón comienza por ejercitar la capacidad y tener humildad para perdonar.

Ser capaz de observar situaciones personales y descubrir que siempre es la propia actitud, la propia historia, la propia personalidad. Poner en el otro es inútil. Siempre se trata de uno el generar “guerras” vinculares.

Y tener la capacidad de regresar a uno, reflexionar y priorizar el amor propio. Y cuando hay amor verdadero toda guerra generada es aprendizaje, que puede ser ganancia en conciencia y maduración personal.

El amar nos convierte en seres vulnerables y muchas veces afloran heridas de infancia no resueltas. Vemos al otro como “el monstruo de las cavernas” cuando el verdadero “demonio de Tasmania” está dentro nuestro, agazapado, esperando su oportunidad.

El perdón es el sentimiento más egoísta que existe en mi visión.

Alivia los pasados, refresca vínculos y permite avanzar.

En este mes te invito a repensar.

No importa el estímulo del otro, es la firmeza de mi amor propio el que da la fortaleza e invita y motiva al otro a tratarme con la dulzura y el respeto que todos merecemos.

Una famosa actriz argentina, Mirta Legrand repite siempre “cómo te ven te tratan” “y si te ven mal te maltratan”.

No mezquines trabajo personal, sanación emocional hasta que te enamores profundamente de tu ser actual. Tu vida puede dar un giro anhelado si vuelves a ti.

Y desde allí, convirtiéndote en quien quieres ser encontrarás a tu compañero ideal.

Y si ya estás con él y te ayuda a crecer, un nuevo escalón de brillantes sensaciones se abrirá ante tus ojos.

La salida a la felicidad es un camino siempre desde adentro y a veces tercamente lo ponemos en el otro, en el afuera.

Nadie va a darme aquello que no me procure.

Buen marzo de aprendizajes, introspección y amorosidad.

A brillar y disfrutar perdonándote, con respeto y excelente nutricia compañía.

Nos reencontramos en abril.

Gratitud y respeto por tu caminar a una vida en constante conciencia ampliada y bienestar.