LA OBSERVACIÓN

Desde que por primera vez abrimos los ojos, pasa un tiempo hasta que descubrimos el mundo que nos rodea, nos familiarizamos con los rostros de nuestros progenitores, del entorno que, complementado con otros sentidos, nos quedan grabados de forma inconsciente dando forma a los recuerdos.

Con el tiempo, nuestra mente es un gigantesco archivo que colecciona imágenes fruto de la observación, de nuestra capacidad consciente o no para retener ideas o conceptos, de contener emociones, sentimientos y de ordenar la información que recaban nuestros sentidos.

Las personas creativas son por naturaleza personas observadoras.

El Arte se sustenta de creatividad, y bajo mi criterio, a la creatividad le antecede el aprendizaje del saber mirar, ya que no se trata siempre de reproducir fielmente lo que vemos, sino de saber utilizar mentalmente la imagen, ser capaces de reproducirla sin tenerla delante, de modificar, ensalzar, transformar y comunicar aquello que deseemos transmitir con imaginación.

Rara vez he leído o escuchado la entrevista de un pintor, escultor o creador que no dijera llevar un lápiz y cuaderno consigo, y es que el buen aprendizaje del artista está en la observación que le lleva a crear constantemente, a memorizar y consolidar lo aprendido y a analizar con criterio propio, todo lo que sea capaz de percibir.

Por tanto, pienso que la observación es fuente inagotable de conocimiento y uno de los motores de la creatividad, sobre todo y lógicamente, en las artes visuales.

«Observa la luz y admira su belleza. Cerrad los ojos y mirad: lo que habéis visto ya no existe, y lo que veréis no existe todavía. ¿Quién lo rehace, si quien lo hace está en perpetuo movimiento?».

Leonardo Da Vinci

Santi García Cánovas

Artista plástica y gestión cultural.

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