UNA REFRESCANTE COMEEDIA DRAMÁTICA
El cuarto largometraje, como directora, de la suiza Delphine Leherice es una refrescante comedia dramática, donde el baile y la tercera edad son los verdaderos protagonistas de esta historia de longitud justa, 84 minutos. La película que quiero recomendar hoy es Nuestro último baile.
Protagonizada por François Berléand, que deja de lado los papeles de malo, para meterse en la piel de Germain; un jubilado de 75 años, de vida monótona junto a su mujer, hasta que queda viudo.
A partir de entonces, su familia (sobre todo el hijo) no le da respiro en su vida diaria, con llamadas, visitas y comidas preestablecidas…Aunque su mente está en otro lado, para hacer realidad una promesa hecha a su esposa.
La película nos llega con cierto retraso, ya que hace dos años se hizo con el premio del público en el Festival de Locarno, cosa que se entiende, puesto que Nuestro último baile es una obra que enternecen gracias a su reparto.
Su directora no innova en cuanto a narrativa, pero logra encontrar el equilibrio entre la comedia y el drama, facilitando así su frescura.
Tras las relaciones familiares que se esparcen a lo largo de la película y cuyos roces refuerzan un humor irónico, contemplando el duelo de la perdida. Germain, su protagonista, lidia con la muerte de su mujer, sintiéndose empujado a colaborar en una obra de danza contemporánea.
Los cuerpos llenan el escenario y la cámara acompaña a los bailarines en movimientos lentos, que la convierte en una más del grupo y donde incluso el espectador se puede sentir inmerso en esas excelentes escenas.
Guiado por excelentes secundarios, encabezados por la escenógrafa y bailarina “La Ribot”, el protagonista encontrará el espacio y el ritmo para un último adiós antes de seguir disfrutando de la vida.
Nuestro último baile, es una película que demuestra que hay amor (y vida) mucho más allá de la muerte.
