En La Acera De En Frente. Pornografía entre la ficción y la realidad.

En La Acera De En Frente. Pornografía entre la ficción y la realidad.

¡Hola de nuevo a todas, todes y todos!

Aquí estamos en una nueva entrega de “En La Acera De En Frente” en Brillantes Sensaciones.

Es abril y conmemoramos:

1 (En España) Día del Libro de temática LGTBIQ+. Esta fecha está relacionada desde el 2015 con el nacimiento de Juan Gil-Albert, primer escritor en Español que “defendió el carácter innato de la diversidad sexual y de género”

26 Día de la visibilidad Lésbica. Este día nace en España desde el 2008, pero es ya una fecha internacional. En Latinoamérica cambia en algunos países: Argentina 7 de marzo; Brasil 29 de agosto; Chile 9 de julio y Paraguay 16 de septiembre.

En La Acera De En Frente. Pornografía entre la ficción y la realidad. 1

Tercer viernes del mes (en EE. UU.) Día del Silencio. Desde 1996 hace referencia al silencio que guardan las personas LGTB en muchos aspectos de la vida diaria. Se conmemora haciendo un voto de silencio durante todo el día.

Este mes entramos en uno de los temas más controvertidos y también más consumidos por nuestra sociedad: La pornografía. Es uno de los géneros de expresión humana desde lo gráfico al audiovisual y que no solo pertenece al colectivo LGTBIQ+. Hace referencia a todo el material que represente a actos sexuales (o eróticos) que en su finalidad provoque la excitación sexual.

La pornografía nos acompaña como expresión humana desde el paleolítico en donde se han encontrado los primeros indicios. El concepto que hoy manejamos de comercialización masiva de material erótico nos viene desde la época Victoriana en el siglo XIX, tiempo en el cual también se acuña el término “Pornografía” compuesto de las palabras griegas πόρνη (pórnē, ‘prostituta’) y γράφ— (gráph—, ‘lo escrito’) y el sufijo —ία (-ía, que forma abstracciones, ‘estados de’ o ‘sobre’ algún tema). La pornografía, o porno, consigue su mayor presencia a partir de la “Revolución Sexual” durante la década de los setenta hasta la masificación en los medios de la actualidad.

La pornografía gay ha sido uno de los pilares de la cultura LGTBIQ+, más notablemente en hombres gay, pero no exclusiva de esta parte del colectivo, como un símbolo de liberación de los cánones “tradicionales”. Siendo un nuevo prototipo de belleza, la masculinidad enfrentada en contrapartida con las “Pin Up’s”, provoca que muchos actores masculinos se hayan convertido en verdaderos mitos (o estrellas) de una industria consumida por tod@s aunque muchas veces no lo reconozcamos.

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Ya sea por cultura, religión o políticas diversas, el consumo de pornografía se ha equiparado al de las drogas, con una connotación “moral” altamente negativa. Los condicionantes educacionales, sociales o la falta de información como también de referentes sexuales, origina un enquistamiento a nivel psicológico que puede llevar a patologías adictivas en su consumo, además de condicionar las relaciones afectivo-sexuales y a la vez a una estigmatización social.

La sexualidad de hoy en día es un continuo de estímulos presentes en nuestra sociedad globalizada, en donde los referentes de moda, pasando por los nuevos estilos de vida, acaban por mercantilizar todo lo que tenemos a nuestro alrededor. Es necesaria una educación sexual desde temprana edad para dejar atrás simples tabúes y/o moralinas. La pornografía no tiene que derivar en un problema siempre y cuando se comprenda que su función nada tiene que ver con los esquemas mentales y valores generados por algun@s para establecer relaciones interpersonales de calidad.

La búsqueda de referentes dentro del colectivo LGTBIQ+, en temas de relaciones afecto/sexuales, es una de las tareas pendientes en nuestra educación sexual, enfocada en gran parte a la salud reproductiva. Desde este enfoque se entiende que los más jóvenes recurran a la pornografía para hallar “respuestas” y a una experiencia sexual altamente negativa.

Prohibir la pornografía no soluciona los problemas de conducta o adicciones, al contrario, le suman valor por aquello de “lo prohibido”. Como en cualquier ámbito hay que estar informado adecuadamente, explicando que lo que vemos es parte de una fantasía, una ficción que lleva como a toda película a una post producción que nada tiene que ver con la realidad.

El conocimiento de nuestro cuerpo y también de nuestras tendencias y gustos sexuales debe estar asociado a un buen conocimiento personal de los riegos, tanto físicos como emocionales que conllevan, además del consentimiento que otorgamos y nos otorgan para practicarlos, así como la influencia que ejerce en la construcción e interiorización de los distintos roles de género.

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Nuestra sexualidad no es solamente reproductiva y debemos ser conscientes que muchas veces lo que nos llega en imágenes y alimenta nuestro imaginario no es la realidad. No tenerlo presente generará frustración. Asumir como propios unos estándares que nada tienen que ver con la vida real, acabaran con cualquier posibilidad de tener una sexualidad gratificante y positiva.

La pornografía no es el enemigo, sino la ignorancia y los prejuicios. L@s protagonist@s de estas películas, sus páginas web, fotografías y/o relatos tienen claramente un acuerdo de consentimiento para llevar a término estas prácticas sean cuales sean. También han pasado un casting y las mismas etapas que podríamos ver en una película proyectada en una sala comercial. Están pensadas para cumplir un propósito, una fantasía, la que proporcionan los cuerpos de la mayoría de sus protagonit@s que bajo casting son elegid@s para que cumplan con los propósitos de un guion/fantasía, adaptando en los rodajes ciertos ángulos de cámara, lentes y filtros que ayudan a mejorar las proporciones físicas.

La duración del acto sexual NO ES LINEAL y muchas veces no se graba el mismo día. Hay uso de estimulantes, l@s actores se preparan previamente para que la escena sea lo más óptima posible y luego llega la post producción. Asumir que nuestro acto sexual será como el de una película porno es tener la autoestima muy alta, pero para nada será así (en la mayoría de casos) y genera frustración y para nada una salud afectivo-sexual sana.

Según variados estudios sociológicos* la población que consume pornografía en primera instancia están en edades comprendidas entre los 14 y los 21 años. Este consumo es mayoritariamente en solitario y como método de aprendizaje. Siendo los varones los que más pornografía consumen a través de internet. Por lo cual una educación sexual basada no solo en la reproducción humana, sino en una buena relación sexo-afectiva es fundamental.

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La reflexión sobre la pornografía en el marco del ejercicio de derechos fundamentales puede efectuarse desde distintas perspectivas, sea desde el análisis de los derechos sexuales y la dimensión que se dé al consentimiento en el ejercicio de los mismos, sea desde el ángulo del derecho al libre desarrollo de la personalidad tanto de quienes consumen como de quienes producen pornografía, sea desde el enfoque del ejercicio del derecho a la libertad de expresión, en tanto se considere la pornografía como un mensaje que se difunde a través de un determinado canal.

De allí también son importantes los canales de apoyo e información a la diversidad de colectivos, aquí hablamos del amplio concierto de las siglas LGTBIQ+ en donde los referentes informativos deben estar abiertos a acompañar e informar, sin abrir sesgos y/o alimentando estigmas, dejando claro que la sexualidad es un pacto consentido con un@ mismo o con quien o quienes se vean involucrados, haciendo de esta tu propia fantasía.

* Informe: “Desinformación sexual pornografía y adolescencia” elaborado por Save the Children www.savethechildren.es

PD: Con Amor Miquel Claudì-López

@miquelclaudilopez

@enlaaceradeenfrente

Fotografías cortesia:

@adam_kof

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